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La impensable falla de seguridad de Netanyahu

La conmoción de la guerra del Yom Kippur de 1973 y el ataque por sorpresa a Israel es un trauma nacional persistente

Medio siglo y un día después del ataque por sorpresa de Egipto y Siria contra Israel en la Guerra de Yom Kippur de 1973, Israel sufrió lo que es sin duda su mayor revés militar y fracaso de inteligencia en 50 años.

A diferencia de la Guerra del Yom Kippur, cuando fue atacado por dos grandes ejércitos árabes, Israel no se encuentra esta vez en peligro existencial. No cabe duda de su superioridad militar sobre Hamás y las demás milicias palestinas que lo han atacado desde Gaza. Pero en cuanto al caos sobre el terreno, con equipos de combatientes de Hamás volando secciones de la valla fronteriza, otros infiltrándose utilizando planeadores a motor y lanchas motoras en la orilla, entrando a raudales en Israel al amparo de una masiva descarga de cohetes lanzados desde el interior de Gaza, es un revés tan asombroso como entonces.

La conmoción de 1973 es un trauma nacional persistente, pero más de medio siglo después se ha hecho mucho para restaurar la sólida confianza de los israelíes en su ejército, y especialmente en sus servicios de inteligencia. Su éxito a la hora de frustrar atentados terroristas y de llegar a lo más profundo de Irán para eliminar a científicos nucleares les llena de satisfacción. La vigilancia de Gaza, el enclave costero que desde 2007 está bajo control de Hamás, es especialmente intensa. La inteligencia israelí tiene cientos de sensores electrónicos centrados en la estrecha franja de tierra y todas las comunicaciones telefónicas pasan por redes israelíes.

Es casi impensable que Hamás haya conseguido preparar esta operación -que habría requerido meses de planificación y entrenamiento- sin que los servicios de inteligencia israelíes se enteraran. Una vez que se asiente la polvareda, lo que puede que no ocurra hasta dentro de un tiempo, habrá un ajuste de cuentas masivo dentro de la cúpula militar y política de Israel. Un ex alto funcionario de inteligencia lo dijo simplemente: “Rodarán cabezas en lo más alto”. Es muy posible que suceda como en la agitación posterior a la guerra del Yom Kippur, que erosionó la confianza en los dirigentes del país y condujo finalmente a la dimisión de Golda Meir como primera ministra y a la destitución de su partido laborista, que había estado en el poder desde la fundación de Israel en 1948, cuatro años después de la guerra.

¿Cómo afectará esto a Binyamin Netanyahu, el primer ministro más longevo de Israel, que volvió a ocupar su cargo hace tan sólo nueve meses? Es demasiado pronto para calcular las consecuencias políticas mientras los combates sigan en su apogeo.

Netanyahu, de 73 años, es el único dirigente israelí con edad suficiente para haber vivido de cerca el caos de la Guerra del Yom Kippur. En aquel momento era estudiante del MIT de Boston, pero acababa de cumplir cinco años de servicio como oficial en una unidad de élite de las fuerzas especiales. Se apresuró a llegar al aeropuerto JFK, donde embarcó en uno de los primeros aviones de regreso a Israel y se unió a los combates, aunque fue trasladado de un lado a otro de los frentes egipcio y sirio, ya que la jerarquía militar israelí no estaba segura de dónde destinar sus fuerzas.

Los recuerdos de ese período de incertidumbre y la agitación política y el señalamiento con el dedo que se produjeron una vez que Israel hubo combatido a sus enemigos, a costa de más de 2.000 soldados muertos, estarán ahora en el primer plano de su mente. Esta vez no podrá simplemente subirse a un avión y volver a la vida civil una vez que todo haya terminado. Será él quien tenga que dar respuestas a la opinión pública israelí y, aunque puede esperar que ésta se una mientras duren los combates, sabe lo rápido que la opinión puede volverse en contra de los políticos.

  • ¿Quién es Hamás y por qué ataca ahora? No hay forma de evitar la conclusión de que lo que es sin duda el peor revés militar de Israel en 50 años se ha producido bajo su mandato. Los partidarios de Netanyahu le han llamado en el pasado “Sr. Seguridad”, pero ese título suena vacuo en estos momentos.
Netanyahu con Joe Biden en Nueva York en septiembre

El regreso político de Netanyahu y de su nueva coalición de extrema derecha al poder ha sido, hasta ahora, accidentado. El gobierno se ha visto sacudido por protestas masivas contra sus planes de debilitar el Tribunal Supremo, y miles de reservistas del ejército han amenazado con suspender su servicio en señal de protesta. Mientras tanto, se ha producido un colapso de la ley y el orden en Israel, con indices de asesinatos por las nubes. Y ahora esto.

Al menos durante los próximos días, Netanyahu podrá contar con un raro periodo de unidad israelí. El país se unirá mientras entra en guerra y los muertos, que probablemente se cuentan por centenares, son llevados a descansar. Mucho dependerá entonces de cómo se desarrolle la campaña israelí en Gaza durante las próximas semanas. Si el ejército israelí entra en guerra, con muchas bajas en ambos bandos, pero no consigue eliminar a los dirigentes de Hamás ni liberar a los israelíes cautivos, la ira pública por los fallos iniciales que llevaron al éxito del ataque de Hamás se desbordará. Si, de algún modo, Israel consigue invertir la suerte en el campo de batalla de Gaza, Netanyahu intentará arreglárselas con una comisión de investigación que culpará a los jefes de los servicios de inteligencia pero le protegerá a él y a su gobierno.

“Una vez que esto termine, se producirá la madre de todas las fiestas de culpas”, predijo un ex general israelí. “Obviamente, Netanyahu culpará de esto al ejército porque sabe cómo manchará su legado, pero la historia recuerda a quienquiera que fuera el líder y esto es, en última instancia, su responsabilidad”.

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