BlogDiario.info, 01/05/2025
La Feria del Libro de Buenos Aires abrió sus puertas una vez más, con el mismo fervor cultural de siempre… y con una banda sonora inesperada: abucheos. Esta vez, el protagonista no fue un autor consagrado ni un poeta emocionado, sino el Secretario de Cultura de la Nación, Leonardo Cifelli, que al subir al escenario comprobó que, efectivamente, el mundo del libro sigue vivo… y con muy buen oído.
Cifelli intentó pronunciar un discurso conciliador, de esos que buscan cerrar heridas sin haber puesto aún las curitas. Habló de dejar atrás la confrontación, de evitar gastos innecesarios, y de una cultura que —según él— debe permanecer lejos de la política. Paradójicamente, en ese momento la política entró por la puerta de servicio: el público reaccionó con silbidos, gritos de “¡mentiroso!” y una energía que, por un instante, transformó la sala en un acto de barrio, más que en un foro literario.
Los libros, testigos mudos del escándalo, se mantuvieron en sus estantes, probablemente más acostumbrados a ser leídos que a presenciar este tipo de capítulos dignos de realismo mágico de una tragicomedia nacional. Mientras tanto, algunos escritores levantaron carteles en homenaje a Osvaldo Bayer, esa conciencia incómoda que la historia se empeña en silenciar y que, curiosamente, volvía a hablar desde un papel sostenido en alto, como una cita que interrumpe el texto oficial.
El resto fue protocolo: corte de cinta, aplausos corteses, sonrisas de ocasión. Pero la frase del día ya estaba escrita, sin metáfora ni eufemismo: la cultura no es un gasto, y la memoria tampoco.
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