Paris, 09/09/2025
François Bayrou cayó con más ruido que aplausos: apenas nueve meses después de asumir, perdió el voto de confianza sobre su severo presupuesto y presentó su renuncia. Es el segundo jefe de gobierno en ser devorado por la Asamblea en menos de un año: Michel Barnier, el anterior, apenas había sobrevivido tres meses.
El calendario no podría ser peor. Este miércoles, Francia enfrenta huelga general, protestas en todo el país y un movimiento bautizado con humor negro: “¡Bloqueemos todo!”. Carreteras, escuelas, universidades, peajes y depósitos de combustible están en la mira. La policía espera al menos 100.000 manifestantes, aunque la indignación podría multiplicar esa cifra.
Los opositores de Macron, de Marine Le Pen a Jean-Luc Mélenchon, huelen sangre. La derecha nacionalista exige elecciones parlamentarias; la izquierda radical, directamente, la dimisión presidencial. “Estoy escupiendo fuego”, proclamó Mélenchon.
Bayrou, en su discurso de despedida, intentó advertir contra el “modelo británico” de subir impuestos a los ricos: “Se marcharán”, dijo. No convenció: 194 votos a favor, 364 en contra. Fue la caída más abultada de un primer ministro desde 1958, cuando comenzó la Quinta República.
Macron busca reemplazo entre su círculo centrista, pese a no tener mayoría en el Parlamento. Suenan Catherine Vautrin, Gérald Darmanin, Xavier Bertrand, Sébastien Lecornu y Thierry Breton. Pero cualquiera que acepte el puesto recibirá un regalo envenenado: un déficit del 5,8 % del PIB, 43.800 millones en recortes e impuestos impopulares y la amenaza de una inminente rebaja de la calificación crediticia de Francia.
El Palacio del Elíseo insiste en que habrá continuidad. La calle, en cambio, prepara barricadas.
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