Lo que debía ser un partido internacional terminó convertido en un capítulo más del conflicto global que cruza fronteras, tribunas y conciencias. En Údine, donde la selección de Israel llegó para disputar un encuentro oficial, el fútbol fue lo de menos: la calle ardió, dos periodistas resultaron heridos y la ciudad vivió bajo un clima de operativo antiterrorista.
Desde temprano, miles de manifestantes pro Palestina marcharon con una gigantesca bandera de más de cien metros que cruzó el centro de la ciudad. Hubo cánticos, pancartas y bengalas verdes, rojas y blancas. “Ceasefire now” y “Stop bombing Gaza” fueron los lemas más repetidos. Al paso de la marcha, algunos comercios bajaron discretamente sus persianas. Otros, en silencio estratégico, miraban detrás del vidrio.
En medio de una tensión creciente, el obispo de Údine intentó ejercer de diplomático improvisado y convocó a una vigilia interreligiosa por la paz. No alcanzó para calmar a nadie, pero sumó un dato pintoresco a la jornada: velas encendidas en una mano, megáfonos encendidos en la otra. Italia en estado puro.
La tensión escaló al acercarse la hora del partido. En cuanto sonó el himno israelí, se escucharon abucheos que recorrieron el estadio como un latigazo. Un mensaje directo a Tel Aviv, pero también a Roma, que vive dividida entre la solidaridad histórica a Israel y una opinión pública cada vez más crítica tras el conflicto de Gaza. La política, como siempre, se sentó en primera fila. “Estoy aquí porque apoyo a ambos bandos y apoyo la paz”, declaró una figura local que intentó quedar bien con todos y no le creyó nadie.
El operativo de seguridad fue exactamente lo contrario de un amistoso: detectores de metales, controles individuales, patrullas en las rutas de acceso, bloqueo de caravanas y revisión de vehículos con tecnología anti explosivos. Hubo gente que tardó más en entrar al estadio que en viajar desde Trieste. Las autoridades confiscaron pancartas consideradas “incompatibles”, definición elástica que incluyó desde consignas políticas hasta simples banderas con la palabra “Free”.
Para completar el cuadro de película, el hotel donde se alojó la delegación israelí estuvo custodiado por francotiradores de las fuerzas especiales apostados en los tejados. Italia blindada para que la pelota pudiera apenas rodar unos metros.
Durante la cobertura de la protesta se registraron dos periodistas heridos en episodios aún confusos: versiones cruzadas hablan de empujones con fuerzas del orden y, según otros testigos, de golpes provenientes de un reducido grupo radicalizado infiltrado en la marcha. En cualquier caso, la libertad de prensa volvió a ser la primera víctima colateral.
Údine ofreció una radiografía incómoda: Europa también respira pólvora. Ya no existen “conflictos lejanos”. Gaza entra por wifi a cada casa y por las arterias políticas de cada ciudad. El fútbol, otra vez, dejó de ser un juego. Bienvenidos a la nueva era: Partidos blindados. Tribunas politizadas. Calles en ebullición. Y una certeza: esta historia recién empieza.
✍️ Il Contraddittore ✝️
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