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🟢 From Russia with Love

La venganza nunca fue buen consejero, pero Donald Trump parece haberla convertido en política de Estado. Su “purga” contra funcionarios de inteligencia que en 2017 apuntaron la interferencia rusa a su favor en las elecciones lo está dejando con los ojos vendados justo cuando Putin prepara nuevos movimientos.

La CIA en terapia intensiva

Ex oficiales de Langley describen un clima de paranoia: permisos de seguridad revocados, listas negras circulando en redes sociales y Tulsi Gabbard —convertida en “zarina de inteligencia”— publicando 37 nombres de profesionales a los que acusa de “traición”. Entre ellos, al menos un agente aún en activo. Un error que, según veteranos de la agencia, puede dinamitar toda la arquitectura de operaciones encubiertas en Moscú.

Los que sobreviven en la CIA prefieren cambiar de escritorio antes que arriesgar el pellejo en Rusia. “¿Para qué me juego la vida si luego la Casa Blanca tira mis informes al cesto?”, resumió un ex agente, con ironía de manual.

Putin, agradecido

Mientras Washington se entretiene con sus guerras internas, Moscú calienta motores. En pocos días, el Kremlin lanzará Zapad 2025 en Bielorrusia: 40.000 soldados, tanques y misiles desfilando a metros de la frontera de la OTAN. La última vez que se organizó algo similar, en 2021, terminó en invasión a gran escala de Ucrania.

El guion parece repetirse, solo que esta vez la CIA podría estar mirando hacia otro lado, más preocupada por sus propias listas negras que por los drones rusos.

Gabbard, Loomer y la lista negra

La directora de inteligencia de Trump, Tulsi Gabbard, difundió en X los nombres de 37 oficiales. Una parte de la lista, según reportes, habría sido tomada de la ultraderechista Laura Loomer, influencer famosa por teorías como que el 11 de septiembre fue “un trabajo interno”. Con fuentes así, no es extraño que los profesionales de carrera huyan despavoridos hacia la jubilación anticipada.

El riesgo de la ceguera

Larry Pfeiffer, veterano de la sala de situación de Obama, lo advirtió sin rodeos: “Estamos perdiendo la capacidad de producir lo mejor y más brillante”. Sin ojos ni oídos en Moscú, EE.UU. se expone a un déjà vu estratégico: subestimar a Putin hasta que sea demasiado tarde.

Steven Cash, otro ex oficial, fue aún más ácido: “Nos estamos cegando. Nadie sabe quién colabora con quién ni quién ocupa el cargo por mérito o por capricho presidencial”.

Final con chispa

El espionaje siempre fue un juego de sombras, pero la administración Trump lo convirtió en un espectáculo de luces rojas, listas públicas y venganzas personales. Si James Bond levantara la cabeza, probablemente pediría otro martini y se iría a espiar al Cono Sur, donde al menos todavía se lee el parte de inteligencia antes de hacerlo volar en mil pedazos.

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