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Greta cruza la línea: del activismo climático al código penal

Greta Thunberg fue arrestada en Londres y la postal no fue la de siempre. Ya no hubo pancartas sobre emisiones ni llamados a los líderes del mundo: hubo un cartel explícito de apoyo a una organización prohibida y una detención bajo la Ley Antiterrorista británica. El salto es político, legal y simbólico.

La activista sueca, de 22 años, se sentó en el suelo frente a un edificio corporativo y exhibió un cartel con un mensaje inequívoco de respaldo a Palestine Action, grupo declarado terrorista en julio. La escena terminó con policías retirándole el cartel y pidiéndole que se pusiera de pie. No lo hizo.

La detención se produjo en Fenchurch Street, frente a Aspen Insurance, un blanco elegido por manifestantes que denuncian vínculos indirectos con la industria de defensa israelí. Antes, otros activistas habían arrojado pintura roja y usado extintores contra la fachada. La protesta dejó de ser performática para convertirse en causa penal.

Según la policía de la City, Thunberg fue arrestada por “exhibir un artículo en apoyo de una organización prohibida”, conducta tipificada en el artículo 13 de la Terrorism Act 2000. La pena máxima: seis meses de prisión. El Estado no discutió consignas; aplicó código.

El episodio marca un punto de inflexión para Greta Thunberg. La activista que supo incomodar a presidentes ahora incomoda a jueces. El pasaje del activismo climático a la militancia en conflictos armados globales no es un matiz: es un cambio de carril.

Los organizadores dijeron actuar en solidaridad con presos palestinos en huelga de hambre y apuntaron a Elbit Systems UK como telón de fondo. Ocho activistas, afirmaron, ayunan mientras enfrentan cargos por allanamientos y daños. La consigna mezcla derechos humanos, boicot industrial y confrontación directa.

Para el Reino Unido, el mensaje es otro: el límite está trazado. La protesta puede ser ruidosa, pero el apoyo público a organizaciones proscritas cruza una línea roja. La ley no distingue celebridades; distingue delitos.

El resultado es incómodo para todos. Para el movimiento climático, porque su rostro más famoso queda asociado a causas y métodos que dividen. Para la política, porque la aplicación seca de la ley vuelve a poner en escena la tensión entre libertad de expresión y seguridad.

Greta eligió radicalizar el gesto. Londres eligió el expediente. En el choque, el mito pierde inocencia y la protesta, margen. El resto se dirime en tribunales, no en pancartas.

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